Domingo 21 de abril de 2013: Cuarto
Domingo de Pascua.
Santo del día: San
Conrado Parzham.
Evangelio según San
Juan 10,27-30.
“Mis ovejas escuchan mi voz y
yo las conozco. Ellas me siguen,
y yo les doy vida eterna.
Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano.
Aquello que el Padre me ha
dado lo superará todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos una sola
cosa”.
Extraído de la Biblia Latinoamericana.
San Gregorio Magno (c.540-604),
papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio,
n°14 (trad. cf breviario 4º domingo de Pascua)
“Yo os doy la vida eterna”
El Señor dijo: “Mis ovejas
escuchan la voz, y yo los conozco; ellas me siguen y yo les doy vida eterna”.
Sobre el mismo tema, Él dijo un poco más adelante: “Yo soy la puerta; si uno
entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Juan 10,9).
Entrará por la fe, Él saldrá pasando de la fe hacia la visión cara a cara, de
la creencia a la contemplación, y encontrará un pasto a su llegada al festín
eterno.
Las ovejas del Buen Pastor
encuentran por tanto el pasto, pues todos los que le siguen con un corazón
humilde, son alimentados con el pasto de las praderas eternamente verdes. ¿Y
cuál es el pasto de esas ovejas, sino las alegrías interiores de un paraíso
eternamente verde? El pasto de los elegidos, es el rostro de Dios, siempre
presente: y cuando lo contemplamos sin interrupción, el alma se sacia sin fin
de un alimento de vida...
Busquemos pues, hermanos
queridos, este pasto en el que encontraremos nuestra alegría, fruto de esa
fiesta que se celebra en el cielo por tantos de nuestros ciudadanos. Que su
júbilo nos estimule... ¡Despertemos nuestras almas, hermanos míos!.
Que nuestra fe, sienta el
calor de aquello en lo que creemos, que los bienes de lo Alto enciendan
nuestros deseos. Amar así ya es estar en camino. No dejemos que ninguna prueba
nos desvíe de la felicidad de esta fiesta interior, porque si deseamos llegar a
la meta que nos hemos fijado, ninguna dificultad puede disuadir ese deseo. No
dejemos que nos seduzcan falsas victorias. Sería estúpido el viajero que
deslumbrado por el espectáculo del maravilloso paisaje, olvide a mitad de
camino el destino de su viaje.
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