domingo, 30 de junio de 2013

EL EVANGELIO DEL DOMINGO

"¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68

Domingo 30 de junio de 2013

Décimotercer domingo del tiempo ordinario

Santos del día: Mártires de Roma 

Evangelio según San Lucas 9,51-62.

Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén.
Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento.
Pero los samaritanos no lo quisieron recibir porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?»
Pero Jesús se volvió y los reprendió.
Y continuaron el camino hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, alguien le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza.»
Jesús dijo a otro: «Sígueme». El contestó: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.»
Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vé a anunciar el Reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»

Extraído de la Biblia Latinoamericana. 

Beato Juan XXIII (1881-1963), papa 
Beato Juan XXIII
Diario del alma, junio 1957( antes de su elección al Papado) 

“Te seguiré adondequiera que vayas”

En el atardecer, danos tu luz, Señor.” Estamos en el atardecer. Estoy en los sesenta-y-seis años de mi vida que es un don magnífico del Padre celestial. Las dos terceras partes de mis contemporáneos han pasado ya a la otra vida. Así que yo también me tengo que preparar para el gran momento. El pensamiento de la muerte no me produce inquietud... Mi salud es excelente y todavía robusta, pero no me tengo que fiar. Me quiero preparar a poder responder: “Aquí estoy”, a la llamada, tal vez inesperada. La vejez –que es otro gran don del Señor- tiene que ser para mí motivo de callada alegría interior y de abandono diario al Señor mismo, al que me dirijo como un niño hacia los brazos abiertos de su padre. 

Mi ya larga y humilde vida se ha ido devanando como una madeja bajo el signo de la simplicidad y de la pureza. No me cuesta nada reconocer y repetir que no soy más ni valgo más que un pobre pordiosero. El Señor me hizo nacer en el seno de una familia pobre. El ha pensado en todo. Yo le he dejado hacer... Es verdad que “la voluntad de Dios es mi paz.” Y mi esperanza está puesta totalmente en la misericordia de Jesús... 

Pienso que el Señor me tiene reservado, para mi completa mortificación y purificación, para admitirme en su gozo eterno, alguna gran aflicción o pena, del cuerpo y del espíritu antes de que me muera. Bien, pues, lo acepto de todo corazón, que sirva todo para su mayor gloria y el bien de mi alma y de mis queridos hijos espirituales. Temo la debilidad de mi resistencia y le pido que me ayude ya que no tengo casi ninguna confianza en mí mismo, pero una total confianza en el Señor Jesús. 


Hay dos puertas que dan al paraíso: la inocencia y la penitencia. ¿Quién puede pretender, oh hombre frágil, encontrar la primera abierta de par en par? Pero la segunda es acceso seguro. Jesús pasó por ella con su cruz cargado, expiando nuestros pecados. El nos invita a seguirlo.

sábado, 29 de junio de 2013

EL PAPA FRANCISCO IMPUSO EL PALIO A TRES ARZOBISPOS ARGENTINOS

El Santo Padre Francisco impone
el palio a monseñor Mario Poli,
cardenal primado y arzobispo de Buenos Aires
Ciudad del Vaticano (AICA): En el curso de una emocionante ceremonia realizada en la basílica de San Pedro, ante la presencia de la delegación ortodoxa y con la actuación de un coro protestante de Lipsa, el Papa Francisco impuso el palio a 34 nuevos arzobispos metropolitanos, diez de los cuales son latinoamericanos, y entre éstos, tres argentinos: monseñor Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y sucesor en esta sede del cardenal Jorge Mario Bergoglio; monseñor Carlos María Franzini, arzobispo de Mendoza; y monseñor Ramón Alfredo Dus, arzobispo de Resistencia.
      
Tras la entrega de los palios, que se realizó antes de la misa por la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el Papa señaló que “el palio es el símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión” y añadió que “el Concilio Vaticano II, al referirse a la estructura jerárquica de la Iglesia, afirma que el Señor con los apóstoles constituyó una especie de Colegio o grupo estable, y eligió de entre ellos a Pedro y lo puso al frente del colegio”. 

“Celebramos -dijo el papa Francisco- la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de todo el mundo. Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de Pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una única familia”. 

La celebración fue animada por el coro alemán luterano de Santo Tomás de Leipzig, descendientes de la escuela de Juan Sebastián Bach, dirigido por el maestro Georg Christoph Biller; y el coro pontificio de la Capilla Sixtina, descendiente de la escuela de Giovanni Pierluigi da Palestrina, a cargo de monseñor Massimo Palombella. 

En la ceremonia se encontraba la delegación ortodoxa del Patriarcado ecuménico de Constatinopla, de visita en Roma en el marco del tradicional intercambio de delegaciones con motivo de las fiestas de los respectivos santos patronos, el 29 de junio en Roma para la celebración de los santos Pedro y Pablo y el 30 de noviembre en Estambul, la antigua Constantinopla para la del apóstol san Andrés. 

“La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las piezas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre todo conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias”, recordó el papa. 

“Confesar al Señor -concluyó Francisco- dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad. Estos, queridos hermanos en el episcopado, son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Nos guíe y acompañe siempre con su intercesión la santa Madre de Dios, Reina de los apóstoles”. 


Al término de la emocionante ceremonia el Santo Padre se dirigió a venerar la tumba de San Pedro, situada debajo del altar principal, acompañado por los ortodoxos. Al volver a la basílica el papa abrazó a los representantes de la Iglesia de Oriente, abrazo de fuerte valor simbólico.

CRISTINA FELICITÓ A FRANCISCO POR EL DÍA DEL PAPA


La presidenta, en el encuentro que mantuvo
en marzo con el Santo Padre
Buenos Aires (AICA).-
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, envió al Papa Francisco una carta en la que lo saluda con motivo del Día del Papa. Cristina se dirigió de manera llana e informal, y confesó que no quiso enviar una carta protocolar como solía realizar la Cancillería o la Secretaría de Culto.


¨Me mandaron un modelo de carta que parecía escrita en el siglo XIII. Me tomé la licencia de dirigirle una carta. Así que Feliz Día del Pontífice. Hasta siempre y cuídese. Tome mate. usted me entiende, dice el texto.

En un carta fechada el 15 de junio, Cristina se dirigió de manera llana e informal, y confesó que no quiso enviar una carta protocolar como solía realizar la Cancillería o la Secretaría de Culto de la Nación. "Me mandaron un modelo de carta que parecía escrita en el siglo XIII", redactó. 

En su lugar, la mandataria quiso dirigirle una carta en forma directa aceptando las normas de cortesía: "Me tomé la licencia de dirigirle una carta (acepté que fuera dirigida a Su Santidad bla, bla, bla). Tampoco es cuestión de no aceptar nada. Mi idea era encabezar [la carta] con su nombre, como usted prefiere, pero me dijeron «no presidenta»". 

"Bueno, ya está -prosigue-. ¿Tienen razón? La verdad que no sé. Pero tampoco era una cuestión de pelear. Hasta siempre y cuídese. Tome mate. usted me entiende". 

"Así que Feliz Día del Pontífice. Espero que le haya llegado el cuadro con los sellos postales conmemorativos de su pontificado y el sobre con el ya célebre mate", concluye la presidenta de la Nación. 


SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

El santoral y la liturgia correspondientes a este sábado (29), son los siguientes:
  
SANTORAL
  
Santos Apóstoles Pedro y Pablo: Hoy la Iglesia celebra la fiesta de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a quienes llama "Príncipes de los Apóstoles".

Al primero por haber sido puesto por el mismo Jesucristo al frente de la Iglesia; al segundo por haber llevado el nombre de Jesús por todo el mundo conocido.
  
San Pedro: Era de Betsaida, Galilea, el oficio pescador.

Cuando Jesús lo vio por primera vez le dijo: "Tú eres Simón, pero desde hoy te llamarás Cefas, es decir, Pedro, que quiere decir piedra". Y en otra ocasión le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".

Así lo constituyó cabeza de la naciente Iglesia. Después de Pentecostés Pedro empezó a predicar en Jerusalén, y con el tiempo se estableció en Antioquía. Siete años después se dirigió a Roma desde donde gobernó la Iglesia durante 24 años.

En el año 67, por orden del emperador Nerón, murió crucificado, aunque por su pedido fue colocado en la cruz cabeza abajo.
  
San Pablo: Era hebreo, de la tribu de Benjamín. Nació en Tarso, Asia Menor. Celoso judío, fue un acérrimo perseguidor de los primeros cristianos, pero en un viaje a Damasco tuvo una visión divina que cambió totalmente su vida. Convertido al cristianismo fue el más grande predicador de la fe cristiana, llevando la nueva doctrina a todo el mundo conocido en ese tiempo.

Ningún discípulo de Cristo escribió tanto como Pablo, de quien se conocen 14 epístolas que fueron en su tiempo la admiración de judíos y gentiles, y aún hoy conservan su fuerza original.

San Pablo, a quien la Iglesia llama el Apóstol de las Gentes, murió en Roma, decapitado por orden de Nerón, el mismo día y año que San Pedro.
  
LITURGIA
  
En la celebración de hoy, fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, se leen: el libro de los Hechos de los Apóstoles (12,1-11) donde se narra la liberación de San Pedro de la cárcel de Herodes; una carta de San Pablo (2 Timoteo 4,6-8. 17-18) en la que el apóstol anuncia su próxima muerte; y el evangelio de San Mateo
(16,13-19) en el pasaje donde Jesús dice: "Tú eres Pedro, y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos".

Fuente: Agencia Télam.

EVANGELIO DEL DIA

"¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68

Sábado 29 de junio de 2013
Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles

Santos del día: Santos Pedro y Pablo 

Evangelio según San Mateo 16,13-19.

Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?»
Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o Jeremías, o alguno de los profetas.»
Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»

Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.

Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.

Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»


Extraído de la Biblia Latinoamericana. 

San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente 
Carta a los Corintios, 5-7 (trad. cf breviario 30/06) 

El testimonio histórico más antiguo del martirio de Pedro y Pablo

Dejemos estos ejemplos de [persecución en el Antiguo Testamento] y vengamos a considerar los luchadores más cercanos a nosotros; expongamos los ejemplos de magnanimidad que han tenido lugar en nuestros tiempos. Aquellos que eran las máximas y más legítimas columnas de la Iglesia sufrieron persecución por emulación y por envidia y lucharon hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles: a Pedro que, por una hostil emulación, tuvo que soportar no una o dos, sino innumerables dificultades, hasta sufrir el martirio y llegar así a la posesión de la gloria merecida. Esta misma envidia y rivalidad dio a Pablo ocasión de alcanzar el premio debido a la paciencia: en repetidas ocasiones fue encarcelado, obligado a huir, apedreado y, habiéndose convertido en mensajero de la palabra en el Oriente y en el Occidente, su fe se hizo patente a todos, ya que, después de haber enseñado a todo el mundo el camino de la justicia, habiendo llegado hasta el extremo Occidente, sufrió el martirio de parte de las autoridades y, de este modo, partió de este mundo hacia el lugar santo, dejándonos un ejemplo perfecto de paciencia. A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo… 
Todo esto, carisimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación, sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma palestra y tenemos que luchar el mismo combate. Dejemos, pues, las preocupaciones inútiles y vanas y pongamos toda nuestra atención en la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición. Tengamos los ojos fijos en lo que es bueno y agradable a los ojos de nuestro Hacedor, lo que nos acerca a él. Fijemos nuestra mirada en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ha traído al mundo entero la gracia de la conversión.  

lunes, 24 de junio de 2013

SOLEMNIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

"¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68

Lunes 24 de junio de 2013
Solemindad de la Natividad de San Juan Bautista

Fiesta de la Iglesia: San Juan Bautista
Santo del día: María Guadalupe García Zavala 

Evangelio según San Lucas 1,57-66.80.

Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo, y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le había mostrado.

Al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisión, y querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo: «No, se llamará Juan.»

Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así.»

Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo llamasen.

Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que todos se quedaron extrañados.

En ese mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a alabar a Dios.

Un santo temor se apoderó del vecindario, y estos acontecimientos se comentaban en toda la región montañosa de Judea.

La gente que lo oía quedaba pensativa y decía: «¿Qué va a ser este niño?». Porque comprendían que la mano del Señor estaba con él.

A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Espíritu. Vivió en lugares apartados hasta el día en que se manifestó a Israel.

Extraído de la Biblia Latinoamericana. 

San Máximo de Turín (-c. 420), obispo 
Sermón 99 ; PL 57, 535 

“Es necesario que él crezca y yo disminuya”

Con razón, Juan Bautista puede decir del Señor nuestro Salvador: "hace falta que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3,30). Esta afirmación se realiza en este mismo momento: al nacimiento de Cristo, los días aumentan; al de Juan, disminuyen... Cuando aparece el Salvador, el día, con toda evidencia, aumenta; retrocede en el momento en el que nace el último profeta, porque está escrito: "la Ley y los profetas reinaron hasta Juan" (Lc 16,16).

Era inevitable que la observancia de la ley se ensombrezca, en el momento en el que la gracia del Evangelio empieza a resplandecer; a la profecía del Antiguo Testamento le sucede la gloria del Nuevo...

El evangelista dice a propósito del Señor Jesucristo: "Él era la luz verdadera que alumbra a todo hombre" (Jn 1,9)... Es en el momento en el que la oscuridad de la noche cubría casi el día entero, cuando la súbita llegada del Señor, lo convirtió todo en claridad. Si su nacimiento hizo desaparecer las tinieblas de los pecados de la humanidad, su llegada dio fin a la noche y trajo a los hombres la luz y el día... El Señor dice que Juan es una lámpara: "Él es la lámpara que arde y que alumbra" (Jn 5,35). La luz de la lámpara palidece cuando brillan los rayos del sol; la llama baja, vencida por el resplandor de una luz más radiante.


¿Qué hombre razonable se sirve de una lámpara a pleno sol?... ¿Quién vendría todavía para recibir el bautismo de penitencia de Juan (Mc 1,4), cuando el bautismo de Jesús aporta la salvación?.

domingo, 9 de junio de 2013

EL EVANGELIO DEL DOMINGO

 "¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes 
palabras de vida eterna." Jn 6, 68

Domingo 9 de junio de 2013
Décimo domingo del tiempo ordinario

Santo del día: San Efrén (Nisibe). 

Evangelio según San Lucas 7,11-17.

Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas.
Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba.
Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: «No llores.»
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: «Joven, yo te lo mando, levántate.»
Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo: «Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo.»
Lo mismo se rumoreaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.

Extraído de la Biblia Latinoamericana. 

Concilio Vaticano II 
Constitución pastoral «Gaudium et Spes» sobre la Iglesia en el mundo actual, § 22 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana 

El Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores.”

El que es “imagen de Dios invisible” (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana 
asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido 
de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado. 

Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de 
nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo 
seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido. 

El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe “las primicias del Espíritu” (Rom 8,23)… Por medio de este Espíritu, que es “prenda de 
la herencia” (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue “la redención del cuerpo” (Rom 8,23). Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu que habita en vosotros (Rom 8,11)... Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu:“Abba!,¡Padre!”. 

viernes, 7 de junio de 2013

INFORMACIÓN PARA NOVIOS


Un encuentro de información para novios está programado para el venidero jueves (13). Se llevará a cabo en el salón de Juan Molina y Almafuerte, parroquia de Nuestra Señora de Luján de nuestra ciudad. El comienzo está fijado para la hora 20.  


domingo, 2 de junio de 2013

MONSEÑOR POLI ALENTÓ A ANUNCIAR CON ALEGRÍA A CRISTO EN EL MARCO DE LA MISIÓN

Buenos Aires (AICA).- Al presidir la misa y la tradicional procesión del Corpus Christi alrededor de la Plaza de Mayo, este sábado (1), el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Aurelio Poli, afirmó que la Iglesia revive en esta solemnidad ¨nos mueve el deseo de encontrarnos como Iglesia peregrina, que necesita de la comunión con su Cuerpo y desea volver a gustar de su amistad divina, para pasearlo por la ciudad y anunciarlo con alegría en la misión¨. En tanto, a los jóvenes que participaron de la marcha juvenil previa, el prelado los instó a ser ¨ más solidarios y crecer en la solidaridad. Esa solidaridad gratuita y generosa, que ustedes saben dar¨. Luego de impartir la bendición eucarística, pidió a los jóvenes que irán a Río por la JMJ que ¨el primero que llegue le diga al Papa, que lo queremos mucho y lo esperamos¨ y convocó a rezar para que haya ¨una nueva primavera de vocaciones¨ en la arquidiócesis y en la Argentina.

El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Mario Aurelio Poli, afirmó hoy que Corpus Christi es "la fiesta anual de los hermanos que celebran y reviven la presencia de Jesús en el gran signo del Pan de Vida que es su Cuerpo, para comerlo y renovar su gracia en nosotros" y destacó que "nos mueve el deseo de encontrarnos como Iglesia peregrina, que necesita de la comunión con su Cuerpo y desea volver a gustar de su amistad divina, para pasearlo por la ciudad y anunciarlo con alegría en la misión". 

El prelado porteño sostuvo que "el sacramento de la Eucaristía despliega su virtud divina y va más allá de nuestros templos, de nuestra comunidad, de nuestro barrio y ciudad, hasta alcanzar insospechables periferias, donde hombres y mujeres lo esperan, y para nuestra sorpresa lo reciben como la alegría de sus días". 

"La misión tiene esas cosas sencillas y misteriosas, comienza cuando los discípulos se alimentan del Pan de Vida, y transformados por Él, se convierten en portadores de la mejor noticia que esperan recibir los hombres: Cristo murió y resucitó verdaderamente, y ahora vive y comparte nuestra vida cotidiana", subrayó ante la multitud reunida en Plaza de Mayo.

Monseñor Poli reconoció que a esta solemnidad "le falta algo", en referencia a la ausencia del cardenal Jorge Bergoglio. "Hoy es el Papa, ya no es nuestro, es de todos", aseveró en medio de aplausos y junto a una imagen de Francisco que había sobre el altar. Y para recordarlo, parafraseó la homilía que el pontífice pronunció el jueves en el marco de la celebración romana del Corpus, en la que consideró “clave” la palabra solidaridad, pese a que ésta “es una palabra mal vista por el espíritu del mundo”. 

MARCHA JUVENIL Y PALABRAS DEL PRELADO 

La solemnidad del Corpus comenzó por la mañana con una marcha juvenil desde cuatro puntos de la ciudad que convergió en plaza Miserere, en el barrio de Once, y desde donde siguió en una columna hasta plaza Lorea, frente al Congreso. 

Allí, monseñor Poli instó a los jóvenes a ser "más solidarios" y superar la indiferencia. 

"Seamos más solidarios y crezcamos en la solidaridad. Esa solidaridad gratuita y generosa, que ustedes saben dar”, aseveró. 

Asimismo, destacó que los jóvenes, junto a niños y ancianos, son "el bello rostro de la Iglesia" y parafraseó al papa Francisco para invitarlos a ser "más solidarios". 

PROCESIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA 

Al término de la misa concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, los obispos auxiliares porteños y numerosos sacerdotes, monseñor Poli encabezó la procesión tradicional con el Santísimo Sacramento alrededor de la Plaza de Mayo y renovó la consagración de la ciudad y de la arquidiócesis a Nuestra Señora de Luján. En ese momento, pidió especialmente a la Virgen que "cuide y proteja al papa Francisco". 

La hostia consagrada fue llevada por una custodia, seguida por el prelado, los demás obispos auxiliares, sacerdotes, los abanderados de los colegios católicos, los seminaristas, los jóvenes y el resto de la feligresía presente. 

La pública expresión de fe, que este año llevó por lema la frase evangélica "Pan para la misión", culminó con la multitud entonando el Himno Nacional Argentino y monseñor Poli impartiendo la bendición eucarística. 

El primero que llegue y la primavera de las vocaciones 
Antes de que la feligresía se disperse, el arzobispo pidió a los jóvenes que se preparan para la Jornada Mundial de la Juventud, que se hará en Río de Janeiro la última semana de julio, que "el primero que llegue le diga al Papa, que lo queremos mucho y lo esperamos". 

Asimismo, dijo que "lo que más nos agrada" a los sacerdotes es que un joven se acerque pidiendo acompañamiento vocacional, por lo que invitó a que si alguno siente "ese run run en su corazón, se acerque" y abogó por "una nueva primavera de vocaciones" en la arquidiócesis y en la Argentina. 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA DE MONS. MARIO A. POLI 

EL PAN PARA LA MISIÓN 

Muy queridos amigos en Cristo Jesús: 

"Acudimos a la cita de un nuevo encuentro con Jesús resucitado. Sí, el Corpus Christi es la fiesta anual de los hermanos que celebran y reviven la presencia de Jesús en el gran signo del Pan de Vida que es su Cuerpo, para comerlo y renovar su gracia en nosotros. Nos mueve el deseo de encontrarnos como Iglesia peregrina, que necesita de la comunión con su Cuerpo y desea volver a gustar de su amistad divina, para pasearlo por la ciudad y anunciarlo con alegría en la misión. 

Sí, hoy el Resucitado se va a partir y repartir nuevamente, como el pan del camino que multiplicó Jesús en el Evangelio de San Lucas, pero ahora para infundir en sus amigos el coraje de salir al encuentro de sus hermanos. 

Nos recibió primero su Palabra y vemos que la mesa está tendida y bien dispuesta para celebrar la Eucaristía, que para nuestra fe católica es un misterio de intimidad. Cuando los cristianos de la comunidad de Corinto celebraban la fracción del Pan, San Pablo les exhortaba: «Examínese, pues, cada cual, y coma así este pan y beba de este cáliz» (1 Co 11, 28). Diciendo estas cosas nos invita también a nosotros para que cada uno aprecie el don al que somos convidados, para que Él, con su delicada visita encuentre corazones bien dispuestos a recibir semejante gracia y a dejarse transformar en sus misioneros. 

No obstante, aun cuando lo recibimos personalmente en la intimidad, en nosotros, el sacramento de la Eucaristía despliega su virtud divina y va más allá de nuestros templos, de nuestra comunidad, de nuestro barrio y ciudad, hasta alcanzar insospechables periferias, donde hombres y mujeres lo esperan, y para nuestra sorpresa lo reciben como la alegría de sus días. La misión tiene esas cosas sencillas y misteriosas, comienza cuando los discípulos se alimentan del Pan de Vida, y transformados por Él, se convierten en portadores de la mejor noticia que esperan recibir los hombres: Cristo murió y resucitó verdaderamente, y ahora vive y comparte nuestra vida cotidiana. 

Acabamos de escuchar en el Evangelio según san Lucas el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Una multitud lo seguía hasta «un lugar desierto», Jesús los «recibió» y les enseñaba acerca del Reino de Dios, y conmovido por los que sufren enfermedades curó a muchos que lo necesitaban ?aclara el texto?. 

Ahora bien, el espíritu de acogida del Maestro contrasta con la actitud de sus apóstoles, porque la primera reacción fue sacárselos de encima; caía la tarde y la cuestión era despacharlos para que la gente se la rebuscara como pudiera. Habían optado por el camino menos comprometido e insolidario, además, ya habían recibido suficiente. No nos asombremos, porque no está lejos de nuestros sentimientos y acciones, cuando alguien nos pide algo que nos incomoda. Para Jesús no es cuestión de palabritas de consuelo, sobre todo cuando la necesidad está a la vista. Sin sospecharlo siquiera, los discípulos iban a recibir una enseñanza que les cambiaría su forma de pensar, y la respuesta de Jesús no se hizo esperar: «Denles de comer Uds. Mismos». Ellos le ofrecieron poca cosa para tantos: «cinco panes y dos pescaditos». Me los imagino encogidos de hombros y diciendo como nosotros: «¡Maestro, es lo que hay!» Así quedaba en evidencia las limitaciones de los recursos con que contaban. 

Pero el Señor, que con poco que le ofrezcamos hace mucho, no despreció la ofrenda y la convirtió en dones abundantes para todos. Recordemos esta enseñanza evangélica: aunque a veces somos poco generosos en dar o darnos, sin embargo, Él lo toma igual y lo multiplica hasta sorprendernos. Los gestos de sus ojos elevados al cielo y las palabras de bendición que Jesús dijo en aquel atardecer, nos sugieren lo que en momentos vamos a hacer con el pan y el vino de nuestras pobres ofrendas en la Misa, las que Él mismo se va a encargar de transformar en su Cuerpo y su Sangre, para que no tengamos hambre ni sed en el desierto de esta vida. Nuestra ofrenda puede ser pobre, pero necesaria, para que Él la transforme en don de amor para todos. 

Miren la delicadeza del Señor, que después del milagro, pone en manos de sus apóstoles la abundancia de dones que antes no tenían, para que sean ellos los que den de comer a la gente. Así pasa en la Misión: primero se nos ofrece en Pan de vida, para que animados con su presencia en nosotros vayamos a anunciarlo y darlo a conocer. 

Todavía quiero reparar en un detalle, pues el texto concluye: «Todos comieron hasta saciarse» (cf. Lc 9, 11-17). Hoy el Señor quiere servirnos nuevamente y desea que todos los hombres y mujeres se alimenten de la Eucaristía, porque es para todos. Así como en la celebración del Jueves Santo la liturgia nos ilumina para entender que existe una estrecha Cena y el misterio de la muerte de Jesús en la cruz, hoy, en la fiesta del Corpus Christi, con la procesión y la adoración común de la Eucaristía nos recuerda que Cristo se inmoló por la humanidad entera. Su paso por las casas y las calles de nuestra ciudad de Buenos Aires, será para sus habitantes un ofrecimiento de alegría, de vida inmortal, de paz y de amor. (cfr. Benedicto XVI, Homilía del Corpus, 2007) 

Yo sé que a este Corpus le falta algo, porque al menos Uds. pensaban que lo iban a tener a nuestro querido Cardenal Bergoglio presidiendo esta fiesta, como lo hizo tantos años. Pero para que no lo extrañen les comparto unas palabras que él pronunció en el Corpus de la ciudad de Roma que tuvo lugar el jueves pasado para todo el mundo: “Preguntémonos –dice el Papa Francisco? ¿cómo sigo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirlo quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don a Él y a los demás. 
Y son justamente los discípulos desorientados ante la incapacidad de sus posibilidades, ante la pobreza de lo que pueden ofrecer, los que hacen sentar a la muchedumbre y distribuyen ?confiándose en la palabra de Jesús? los panes y los peces que sacian el hambre de la multitud. Y esto nos indica que en la Iglesia, pero también en la sociedad, existe una palabra clave a la que no tenemos que tener miedo: “solidaridad”, o sea, saber poner a disposición de Dios aquello que tenemos, nuestras humildes capacidades, porque solo en el compartir, en el donarse, nuestra vida será fecunda, dará frutos. Solidaridad: ¡una palabra mal vista por el espíritu mundano! 

Esta tarde, una vez más, el Señor distribuye para nosotros el pan que es su cuerpo, se hace don. Y también nosotros experimentamos la “solidaridad de Dios” con el hombre, una solidaridad que no se acaba jamás, una solidaridad que nunca termina de sorprendernos: Dios se hace cercano a nosotros, en el sacrificio de la Cruz se abaja entrando en la oscuridad de la muerte para darnos su vida, que vence el mal, el egoísmo, la muerte.” (Hom. Corpus, 2013) 


Que cada uno renueve con el Cuerpo de Cristo, la alegría de la fe y el entusiasmo para la misión. Recordemos que recibir bien a la gente en nuestras comunidades, atender al que necesita una mano, enseñar las cosas de Dios y ser solidarios ante toda miseria humana, definen el estilo pastoral y misionero que Jesús hoy nos deja en el Pan de Vida. Amén". 

EL EVANGELIO DEL DOMINGO


"¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68

Domingo 2 de junio de 2013.
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Fiesta de la Iglesia: Corpus Christi.

Santos del día: Santa Blandina, Mártires de Lyon, San Jacques Berthieu. 

Evangelio según San Lucas 9,11b-17.
Pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.
El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.»
Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?»
De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.»
Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron.
Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos.

Extraído de la Biblia Latinoamericana. 

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Sermón 272, A los nuevos bautizados, sobre el sacramento 

“Sed lo que veis y recibid lo que sois”
Lo que veis en el altar de Dios..., es el pan y el cáliz: esto es lo que vuestros ojos os indican. Pero es vuestra fe quien quiere ser instruida, que ese pan es el cuerpo de Cristo, que ese cáliz es su sangre. Esto supone una breve fórmula, que puede bastar a la fe. Pero la fe busca instruirse... ¿Cómo este pan es su cuerpo, y este cáliz, o más bien su contenido, puede ser su sangre?

Hermanos míos esto es lo que se llaman sacramentos: muestran una realidad y de ellos se deduce otra. Lo que vemos es una apariencia corporal en tanto que lo que comprendemos es un fruto espiritual. Si queréis comprender lo que es el cuerpo de Cristo, escuchad al Apóstol, que dice a los fieles: “sois el cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros, sois los miembros de ese cuerpo” (1 Co 12,17). Así pues si sois vosotros el cuerpo de Cristo y sus miembros, es vuestro misterio quien se encuentra en la mesa del Señor, es vuestro misterio lo que recibís. A esto, lo que sois, responded: “Amén” y con esta respuesta, lo suscribiréis. Se os dice: «el cuerpo de Cristo» y respondéis “Amén”. Sed pues miembros del cuerpo de Cristo para que este Amén sea verdadero.


¿Por qué pues el cuerpo está en el pan? Aquí aun, no decimos nada de nosotros mismos, escuchemos una vez más al Apóstol, quien, hablando de este sacramento nos dice: “porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo” (1 Co 10,17) ¡Comprended esto y permaneced en la alegría: unidad, verdad, piedad, caridad! “Un solo pan”; ¿quién es este pan único? “un solo cuerpo, nosotros que somos muchos”. Recordad que no se hace pan con un solo grano, sino con muchos. Sed lo que veis, y recibid lo que sois.